"...El tiempo sigue pasando, sigue el mundo envejeciendo... y es hora que no he llegado..." dice mi antihéroe Quintero, al referirse a la impuntualidad, a su impuntualidad. La característica más significativa de un blog es precisamente la puntualidad, la periodicidad de sus posts. Si lo comparáramos con un diario, mi blog sería un diario del día anterior, que quizá tuvo noticias buenas, pero que hoy ya está quizá rancio.
Hoy, le dedico unos cuantos bits a un cartel de hace un año, el ganador del concurso del Festival Cervantino: Cervantes XXI, de la famosa pareja Lourdes-Luis Almeida. Ya hay muchas opiniones de él, a favor y en contra. Y precisamente rescato uno de mis comments en un post de Moccablog, acerca de este cartel:
Hay dos tipos de cartel, a mi parecer. Los de autor (donde tienes toda la libertad para dar tu propia opinión de las cosas) y los de encargo (donde solo trabajas como un 'traductor' visual de un mensaje ajeno en donde muchas veces no puedes meter tu cuchara).
El cartel de los Almeida me parece un excelente cartel de autor, pero un pésimo cartel de encargo. Recordemos que fue el comité organizador del festival quien convocó para el diseño del cartel (era de encargo, nótese), y que detrás de ese comité está una de las sociedades más puritanas y conservadoras del país: Guanajuato. Es de reconocerse que el Festival Cervantino es uno de los más importantes de Latinoamérica (sino el que más), un foco cultural y artístico de talla internacional. Sin embargo también es de reconocerse que no todo el Cervantino es miel sobre hojuelas. A últimos tiempos es un espectáculo degenerado -diría mi familia :O-, a pesar de que lo intenten maquillar de otra forma.
La controversia se genera porque ese cartel es francamente una invitación a un festival de sátiros, ninfas, drogos, vagos y todo lo "maligno" de la "juventud" -oh la semiótica y hermeneútica de los símbolos...-. Luis, como padre gráfico del Cervantino, tiene derecho a decir lo que quiera, sí, pero no en un cartel de encargo, y mucho menos en un concurso -que por cierto, ganó-.
Algo que siempre admiré de Luis, fue su elocuencia teórica y dogmática del diseño: "debemos usar el lenguaje que la gente entiende y asimila"... entonces... si la gente arrancaba el cartel de las mamparas, y ni siquiera se atrevía a colocarlo en sus ventanas, y tanta crítica -hipócrita la gran parte-, significa que precisamente, la gente no lo comprendió, porque él usó símbolos que irremediablemente se entienden como "pecaminosos": piercings, tatuajes, desnudo, pelos punks, y la gorguera y el maquillaje y la pluma que le dan un toque gay...
En muchos medios, Luis dió una explicación no muy satisfactoria del porqué esa imagen. Que si el nuevo artista que se construye así mismo, que si la juventud, que si la contemporaneidad, que si la poca capacidad intelectual de los detractores...
Pero en fin... ¿que es lo que hace el pato tirándole a la escopeta??? Confieso que he blasfemado contra uno de los padres del diseño en México -:O, jajajaja-. Creo que a pesar de mi condición de cartelista fase larva, quizá lo que opine sirva de algo (pequeñas ideas que ocasionan grandes cambios, dice Arturo). Y ya voy a hablar de cosas no tan de ayer.