Santiago es un viejo pescador cubano, quien por meses ha tenido mala racha en la pesca. Un día, al cabo de unas horas de navegar, tras haber perdido de vista la costa, un pez pica el anzuelo: un pez enorme, dispuesto a luchar hasta la muerte, si fuera preciso.René Azcuy, maestro del cartel cubano post-revolución, regresa a la actividad gráfica trayendo de la mano un proyecto llamado La Literatura en el Cine, de grandes dimensiones en importancia, número de obras y ambiciones conceptuales y técnicas.La barca navega a capricho del pez mar adentro, y las fuerzas del viejo cada vez van a menos... Tras una larga y dura batalla, el pez se doblega, y el viejo, rebosante de felicidad, lo amarra al costado de la barca, para poner rumbo a la costa.
Sin embargo, para su desilusión, aparece un tiburón. No tardarían en acercarse otros más siguiendo el rastro de la sangre desparramada del pez herido. El viejo logra batirlos, pero se han comido ya medio pez. Por la noche más tiburones se acercan, dejando solo el esqueleto del gran pez.
Así, llega por fin a puerto, después de varios días en el mar. A la mañana siguiente los demás pescadores, asombrados, reconocen el mérito de Santiago, al ver los restos del gigantesco pez espada atado a la barca del viejo.
Tal proyecto, originado en un principio por una petición de la revista AGR de España a René –similar a la hecha a Ñiko el año antepasado–, desembocó en un equipo de más de treinta y cinco diseñadores convocado y dirigido por Azcuy, trabajando en alrededor de cien carteles. Las cintas seleccionadas tienen como requisito basarse en obras literarias de diferentes índoles.
Mi primera participación en este proyecto, es con El viejo y el mar, dirigida por John Sturges y basada en la novela de Ernest Hemingway. Esta obra, que en apariencia relata sólo la lucha de un viejo pescador con un enorme pez, es también una metáfora del honor, la derrota y el orgullo del hombre ante la adversidad.
Para el desarrollo de este cartel, Azcuy proporcionó el concepto y yo la realización. Como he mencionado con anterioridad, me fascina el estilo clásico de René: el uso exclusivo del blanco y negro –en ocasiones con un pequeño toque de color–, enormes tramas, encuadres cerrados, imágenes monolíticas y composiciones tipográficas sobrias e inteligentemente colocadas.
Et voilá.
Por cierto, el proceso de trabajo, sinopsis de obras, bocetos y todo lo demás relacionado con este proyecto, está siendo recopilado por mi amigo Héctor González en este blog: http://laliteraturaenelcine.blogspot.com/
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